Película de Romero
La película Romero, dirigida por John Duigan y protagonizada por Raúl Juliá, está basada en hechos reales y relata la vida de monseñor Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, durante uno de los periodos más oscuros y violentos de la historia reciente de El Salvador. Ambientada en los años 70, en plena efervescencia política y social del país, la película muestra el proceso de transformación personal y espiritual de Romero, desde un hombre religioso de perfil bajo y conservador, hasta convertirse en un firme defensor de los derechos humanos, la justicia social y la dignidad de los más pobres.
Al inicio de la película, Romero es retratado como alguien elegido por la jerarquía eclesiástica por su aparente neutralidad política, con la esperanza de que no se involucrara en los conflictos entre el gobierno militar, los movimientos populares y la Iglesia progresista. Sin embargo, al poco tiempo de asumir su cargo como arzobispo, se ve profundamente afectado por la violencia sistemática ejercida por las fuerzas armadas contra los campesinos, los sacerdotes comprometidos con los sectores pobres y los líderes comunitarios.
Uno de los momentos clave que marca un giro en su vida es el asesinato de su amigo cercano, el padre Rutilio Grande, quien había sido un defensor activo de los derechos de los campesinos. Este hecho conmociona profundamente a Romero, y a partir de ese momento, comienza a utilizar su posición dentro de la Iglesia para denunciar públicamente los crímenes cometidos por el Estado, condenar la represión, y exigir el respeto por la vida y la dignidad de las personas.
Romero se convierte así en una voz incómoda para las élites políticas y militares, y también para algunos sectores conservadores de la Iglesia que preferían mantener el silencio. A pesar de las amenazas, los intentos de manipulación y el aislamiento, continúa su labor pastoral, visitando comunidades perseguidas, apoyando a los familiares de desaparecidos y utilizando sus homilías como medio para hacer denuncias públicas y defender a los más vulnerables.
La película culmina con una escena conmovedora: el asesinato de Romero mientras oficiaba misa en una capilla del hospital La Divina Providencia, el 24 de marzo de 1980. Su muerte se presenta no como el final de su lucha, sino como un testimonio de entrega, compromiso y amor por su pueblo. El impacto de su vida trascendió las fronteras de El Salvador, y con el tiempo, fue reconocido como un símbolo de resistencia pacífica, incluso siendo canonizado como santo por la Iglesia católica en 2018.
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